Con un reparto de campanillas, principalmente francófono, en el que destacan Gérard Dépardieu, Vincent Pérez, Irène Jacob y Noémie Godin-Vigneau, aparte de grandes actores anglosajones como Tim Roth, Jason Isaacs o Colm Meaney, la superproducción franco-canadiense Nouvelle France (Tierra de pasiones) fue en su año de estreno, 2004, uno de los fracasos críticos más sonoros de la década. La acción, ambientada años antes de la Revolución francesa, muestra una Canadá en la que los intereses galos, británicos e indígenas subsisten entre constantes disputas. Sin embargo, la película se centra más bien en la relación amorosa entre un joven en busca de la libertad y una chica acusada de brujería.
Para ilustrar tan ambicioso argumento, quién mejor que el insuperable Patrick Doyle, tan habituado a describir con su música proyectos de trasfondo histórico, tales como Henry V, Hamlet, Indochine, Est-ouest o The last legion. En esta ocasión Doyle se decanta por un estilo deudor de los autores de la época dorada de Hollywood, quienes firmaban partituras con un leitmotiv de gran personalidad, motivo que se reinventaba a lo largo de toda la banda sonora. Nouvelle France sigue este esquema con un tema central de singular belleza, muy emotivo y alejado de toda previsibilidad. Apoyándose en la contundente instrumentación de James Shearman y Lawrence Ashmore (habitual este último de toda la filmografía de Patrick Doyle), el músico escocés desarrolla un score de apariencias ampulosas pero muy bien construido, pese a lo reiterativo del conjunto.
Orquestadores: James Shearman & Lawrence Ashmore.
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