
En 1960 Ernest Gold “luchaba” con su Éxodo en la batalla de los Oscar contra pesos pesados comoDimitri Tiomkin (El Álamo), Alex North (Espartaco), André Previn (El fuego y la palabra) y Elmer Bernstein (Los siete magníficos). ¡Casi nada! Al final consiguió su merecido y único galardón de su fructífera carrera musical. En ella brillan con luz propia La hora final (1959), Vencedores o vencidos (1961), El mundo está loco, loco, loco (1963) o El secreto de Santa Vittoria(1969). Todas ellas tienen en común el hecho de pertenecer a producciones del infravolarado Stanley Kramer, con el que Gold formó una de las parejas cinematográficas más destacables de la historia del cine.
En el caso de Éxodo Gold compuso una partitura apoyada en la majestuosidad de un tema principal memorable, de esos que ya desgraciadamente no se crean, pero sin dejar de lado lo incidental. Es una especie de sinfonía en la que todo el pentagrama tiene vida propia fuera de la pantalla. Por ello, Éxodo es una obra maestra, recordada recientemente en una magnífica edición discográfica de Tadlow Music, con la irregular The City of Prague Philharmonic, que realiza la que es quizá su mejor interpretación hasta la fecha…y eso que no han sido pocas en los últimos años.
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