Día 294: "Starship Troopers" de Basil Poledouris (1997)

Flesh+Blood, RoboCop y Starship Troopers conforman las tres películas en la colaboración entre Basil Poledouris y el cineasta holandés Paul Verhoeven. La última de ellas, uno de los filmes de ciencia-ficción más notables de las últimas dos décadas, fue en su momento un sorprendente éxito, llegando incluso a generar dos olvidables secuelas. El score de Poledouris, compuesto entre Switchback y Les misérables, resulta una de sus obras más espectaculares debido a una poderosa y eficiente orquestación, que refuerza aún más el carácter fastuoso de la misma.
Starship Troopers se abre con una particular marcha, Fed Ned Match, que sirve de breve preámbulo a una posterior sucesión de temas enérgicos, cercanos a lo recargado pero que nunca resultan excesivos en su descripción de la acción imparable de la película. Así, sobresalen por su dinamismo cortes como Bugs! o Klendathu drop, aunque el resto no se queda atrás a la hora de imprimir impetuosidad a una banda sonora que figura como una de las más recomendables de los años 90.

Orquestadores: Steven Bramson, Greig McRitchie & Steven Scott Smalley.
Música adicional: Eric Colvin (no acreditado).


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Día 293: "The private life of Sherlock Holmes" de Miklós Rózsa (1970)

El realizador, productor y guionista Billy Wilder era un apasionado de la música clásica, la cual solía poner de fondo en los ensayos de sus películas, y en muchos casos durante las grabaciones de las mismas. Su amistad con el maestro Miklós Rózsa, con el que trabajó en Fives graves to Cairo, Double indemnity, The private life of Sherlock Holmes y Fedora, hizo que algunas de dichas piezas clásicas formaran parte de tan singular repertorio. Una de ellas, el Concierto para violín y orquesta, compuesto en 1953, era una de las favoritas del director polaco, y acabó siendo el motivo melódico principal de The private life of Sherlock Holmes (La vida privada de Sherlock Holmes), un peculiar acercamiento al personaje creado por Arthur Conan Doyle.
La partitura de Rózsa combina los dos estilos del músico húngaro: el puramente cinematográfico (que potencia lo incidental) y el clasicismo de raíces europeas. Así, The private life of Sherlock Holmes nos ofrece un imponente recital melódico que juega con el romance y el suspense de manera muy contenida, pese a los inevitables toques recargados propios de Rózsa, caracterizados por una instrumentación orquestal cercana a lo exagerado.

Orquestadores: David Tamkin y Angela Morley (no acreditada).


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Día 292: "Castillos de cartón" de Pascal Gaigne (2009)

Aunque Pascal Gaigne es un músico de nacionalidad francesa, prácticamente toda su filmografía pertenece a películas españolas. Instalado en San Sebastián a la edad de 27 años, Gaigne compuso su primer score para la gran pantalla, Ander eta Yul, en 1984. A partir de ese momento su carrera ha ido en constante ascenso, sobresaliendo partituras como Flores de otro mundo, Silencio roto, El sol del membrillo, Azul oscuro casi negro y muy especialmente la presente Castillos de cartón.
Castillos de cartón es un irregular pero interesante filme dirigido por Salvador García Ruiz que narra la singular relación amorosa entre dos chicos y una chica en la España de los años 80. Gaigne otorga a su creación de un espíritu apasionado que seduce por su sutil sencillez melódica, dejando de lado los cánones tradicionales del género romántico, más preocupados por los temas aterciopelados, y decantándose por una línea tonal a medio camino entre lo minimalista y lo académico. Es quizás el mejor trabajo del músico galo hasta la fecha, y una de las bandas sonoras más infravaloradas del pasado año.

Orquestador: Pascal Gaigne.


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Día 291: "Shane" de Victor Young (1953)

Victor Young es un buen ejemplo de compositor afincado en Hollywood cuya filmografía, aparte de su calidad, viene marcada por su carácter prolífico. Desde 1936 hasta 1956, año en el que falleció prematuramente, escribió más de 200 bandas sonoras; todo un récord.
Siempre ha sido considerado como uno de los autores más elegantes de la Industria, destacando en especial obras maestras indiscutibles como The uninvited, Samson and Delilah, Scaramouche, The quiet man, The left hand of God, The brave one o Shane.
Shane (Raíces profundas) se caracteriza por tratarse de una obra que no oculta su influencia del estilo americana tan próximo a Aaron Copland. De hecho, su tema central, que se oye en los títulos iniciales, parece no querer adentrarse en terrenos musicales novedosos, decantándose por una tonalidad bastante previsible pero de innegable belleza. Young desarrolla a continuación su amor por las melodías serenas y delicadas, no exentas de pinceladas oscuras pero que desembocan al final en un academicismo de sobrecogedor lirismo.

Orquestadores: Sidney Cutner, George Parrish & Leo Shuken.

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Día 290: "A prayer for the dying" de Bill Conti (1987)

Autor de más de 130 bandas sonoras, Bill Conti es uno de los compositores cinematográficos más célebres entre los aficionados...y los no tan aficionados. Sus melodías inconfundibles para Rocky, The Karate Kid, Falcon Crest, Dinasty o North and south le han situado en un lugar de honor como músico solvente y profesional.
Después de su merecido, a la vez que polémico, Oscar por The right stuff, su carrera se vio aún más impulsada. Incluso puede afirmarse que la década de los 80 supone una periodo de esplendor en su filmografía, pues en ella escribió scores del calibre de la ya citada North and south, además de Victory, The formula, F/X, Masters of the Universe, Broadcast News o A prayer for the dying (Réquiem por los que van a morir). Este último pertenece a una película dirigida por el ahora olvidado Mike Hodges y protagonizada por Mickey Rourke, Bob Hoskins y Alan Bates. En ella se trata con mayor o menor fortuna artística el espinoso tema del IRA, en un intento de reflejar una realidad política y social que quizás peque de superficial.
La partitura compuesta en un principio por John Scott no fue del gusto de los productores, aunque sí del director, quien vio cómo fue con posterioridad contratado Conti para la elaboración de la música. Curiosamente, el realizador británico no quedó muy satisfecho con el trabajo del músico norteamericano, pese a su poderoso tema principal, posiblemente el más bello de su carrera. De hecho, la música de Bill Conti resalta, con un lirismo poco habitual en este tipo de producciones, el carácter melancólico del personaje protagonista, atormentado por una realidad que le supera.
Como anécdota destacar que, hasta el momento, aún no ha sido editado el score de manera oficial.

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Día 289: "Fortunata y Jacinta" de Antón García Abril (1980)

Con más de 150 bandas sonoras en su haber, el compositor turolense Antón García Abril lleva 16 años apartado del mundo del cine y la televisión. Su última creación corresponde a la serie protagonizada por Lina Morgan Compuesta y sin novio (por otra parte, un mero encargo más bien olvidable).
Gran parte de su filmografía se vincula a películas de dudosa calidad artística (Historia de "S", Rocky Carambola, Vaya par de gemelos, Fulanita y sus menganos, Zorrita Martínez,....), en especial a una época (década de los 70 sobre todo) marcada por las producciones de corte erótico. García Abril, cuya obra también se relaciona con otro tipo de filmes más próximos a la comedia de costumbres (Los guardamarinas, La chica del trébol, Sor Citroen, Vente a Alemania,Pepe), es un autor que siempre supo adaptarse a la perfección a una cinematografía más preocupada por lo superficial que por lo profundo.
Sin embargo, sería injusto no citar otras bandas sonoras pertenecientes a películas de mayor prestigio, en especial El perro, Gary Cooper que estás en los cielos, El crimen de Cuenca o Los santos inocentes, sin olvidar series televisivas tan destacables como Cervantes, Ramón y Cajal, Anillos de oro y Fortunata y Jacinta. Esta última, dirigida en sus 10 episodios por Mario Camus, fue en su momento un importante éxito de crítica y público, y a ello contribuyó especialmente la composición de Antón García Abril, quien se alejó de las tonalidades jocosas para centrarse en la elaboración de una partitura melancólica y de profundo romanticismo que recrea la España dibujada por la pluma de Benito Pérez Galdós reforzando su lado más humanista.
Fortunata y Jacinta, que sorprendentemente fue editada el mismo año de su emisión televisiva (algo muy poco habitual por estos lares), permanece como un lúcido ejemplo de un autor de inusitada capacidad camaleónica que siempre supo situarse por encima de toda puerilidad.

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Día 288: "Who is killing the great chefs of Europe?" de Henry Mancini (1978)

Who is killing the great chefs of Europe? (Pero....¿quién mata a los grandes chefs?) es una divertida comedia de suspense dirigida por Ted Kotcheff (First blood) y protagonizada por Jacqueline Bisset y George Segal. Para subrayar la trama quién mejor que el gran Henry Mancini, siempre insuperable en la descripción de situaciones cercanas al vodevil.
Compuesto en un momento en el que el músico nacido en Cleveland parecía decantarse por los scores más orquestales (The prisoner of Zenda, The thorn birds, Silver Streak), Who is killing the great chefs of Europe?, incomprensiblemente aún sin editar en CD, hace gala de una elegancia que acaba contagiando su espíritu refinado. De hecho, temas como Pesce! (archivo de audio) o Bombe Richelieu dan fe de la capacidad de Mancini para la creación de melodías perdurables, en especial el primero, uno de los más pegadizos de la historia del cine.

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Día 287: "One night stand" de Mike Figgis (1997)

El realizador, guionista, productor y compositor británico Mike Figgis puede ser considerado como una rara avis dentro de la industria cinematográfica, ya que existen muy pocos cineastas que dirijan y compongan la música de sus propias películas (destacan otros artistas como Clint Eastwood o Alejandro Amenábar).
De entre sus cerca de 20 filmes como director sobresalen especialmente Leaving Las Vegas y One night stand (Después de una noche). Este último, que le valió un merecido premio en el Festival de Venecia a Wesley Snipes, puede ser considerado como uno de los melodramas románticos más interesantes de la década de los 90, y a ello contribuye un guión de solvente sobriedad, alejado de convencionalismos, y en especial el elegante score de Mike Figgis, a medio camino entre lo jazzístico y lo minimalista.
El músico inglés se apoya en la serena belleza del tema de amor (Max and Karen), uno de los más memorables de los últimos 30 años, para desarrollar un score emotivo e intimista que no evita los rincones propios del jazz, es decir, las tonalidades cálidas y rítmicamente muy bien ajustadas a la trama amorosa.

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Día 286: "Judgment at Nuremberg" de Ernest Gold (1961)

Gran parte de la 'culpa' de mi afición por la música cinematográfica es debida el desparecido sello español Belter. Su último proyecto discográfico fue la maravillosa serie Historia de la música en el cine, de la que he incluido en anteriores ocasiones alguna carátula frontal. En este caso nos encontramos ante un score sin duda carismático: el escrito por el músico austriaco Ernest Gold para la película de su inseparable amigo Stanley Kramer, Judgment at Nuremberg (Vencedores o vencidos). Las más destacables de sus colaboraciones fueron la oscarizada un año antes Exodus, además de Pressure point, It's a mad, mad, mad, mad world, Ship of fools y The secret of Santa Vittoria.
Judgment at Nuremberg es una banda sonora singular en el mundo del cine, pues asocia con singular sutileza lo incidental (propio de los scores para la gran pantalla) con las canciones militares alemanas. Lo curioso además es la belleza de éstas, una triste en el fondo paradoja musical. Así, temas de Gold como Overture o Entr'acte se funden con lo marcial, e incluso con fragmentos de los discursos de los personajes interpretados por Burt Lancaster y Spencer Tracy, en una combinación que no hará las delicias de los aficionados pero que sí muestran el carácter iconoclasta de la banda sonora.


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Día 285: "A place in the sun" de Franz Waxman (1951)


Otra banda sonora de valor artístico incalculable que aún no tiene edición discográfica oficial es A place in the sun (Un lugar en el sol), de Franz Waxman. Tan sólo podemos encontrar en la red, y en círculos muy reducidos de venta directa, un bootleg de sonido deficiente que hace que nos sintamos obligados a remitirnos a la grabación de Charles Gerhardt para Classic Film Scores. De todas maneras, en el archivo de Goear he incluido la banda sonora original, al menos como referente de lo que Waxman dirigió en su día.
Basada en la novela de Theodore Dreiser, la película dirigida por George Stevens supuso el segundo Oscar consecutivo para Waxman tras Sunset Boulevard. En esta ocasión, el compositor de origen polaco escribió una partitura que mezclaba lo romántico con lo dramático, y que daba un singular protagonismo al saxo tenor, en un momento en el que las bandas sonoras no solían concederlo con demasiada ligereza.
A place in the sun es una obra compleja, como casi todas las de Waxman, que aunque no evita el componente tonal centrado en la relación amorosa de los personajes interpretados por Elizabeth Taylor y Montgomery Clift, se decanta más bien por un contenido dramatismo que toma como punto central un argumento más preocupado por el suspense que por el romanticismo.

Orquestadores: Sidney Cutner, George Parrish, Leonid Raab, Leo Shuken y Nathan van Cleave (no acreditados).
Música adicional: Daniele Amfitheatrof y Victor Young.



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Día 284: "Lust for life" de Miklós Rózsa (1956)


El músico húngaro Miklós Rózsa, como ya he indicado en anteriores ocasiones, es el especialista en escribir partituras para el cine histórico. Uno de sus scores más representativos en este sentido es Lust for life (El loco del pelo rojo -sic-). Situado entre dos obras menores como Bhowani junction y Something of value, Lust for life se beneficia de la pericia como director del siempre plausible Vincente Minnelli, y no menos de la impecable fotografía de Russell Harlan y Freddie Young, quienes retratan el universo pictórico del gran Vincent Van Gogh de manera muy solvente.
La plasticidad de dicha fotografía sirve a Rózsa para recrear no sólo las pinturas de Van Gogh sino también una vida marcada por los fracasos personales. Así, desde el imponente Prelude, pasando por los no menos radiantes The artist, Light and color o Summer, la banda sonora recorre toda la gama cromática de la paleta del artista holandés con singular delicadeza en su traslado al pentagrama. Miklós Rózsa consigue conmovernos a la hora de mostrar con melancólica poesía una vida, como el propio título en inglés indica, de la que el pintor está cansado, pues los avatares constantes han hecho de él un individuo sin rumbo aparente, perdido por culpa de la ceguera ajena.

Orquestador: Eugene Zador.


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Día 283: "El hombre y la Tierra" de Antón García Abril (1974-1980)


La serie producida, escrita y dirigida por el añorado Félix Rodríguez de la Fuente El hombre y la Tierra, se estructuró en tres partes, desde 1974 hasta 1980: Sudamérica (Venezuela), Fauna Ibérica y Fauna Norteamericana (Canadá y Alaska). Considerada como un referente de los documentales sobre la naturaleza, El hombre y la Tierra forma parte de los recuerdos de toda una generación de españoles que empezaron gracias a ella a amar y a respetar la fauna y la flora de medio mundo.
Para subrayar musicalmente tan ambicioso proyecto televisivo, Rodríguez de la Fuente contó con la inestimable colaboración de uno de los compositores españoles más prestigiosos: Antón García Abril. Su tema de los títulos de crédito inciales es todo un clásico de la música española, y en él el artista aragonés concede casi todo el protagonismo a los instrumentos de percusión, en clara alusión al carácter tribal y enigmático de la ambientación típica de los documentales sobre la fauna salvaje. El hombre y la Tierra, sin embargo, en su ingente producción musical no es tan sólo una sucesión de melodías más o menos indómitas, sino que García Abril también concede protagonismo a los temas de carácter cercano a lo pastoril, mostrando que lo bucólico es en ocasiones amigo de lo ecológico.
Por desgracia, y de manera incomprensible, aún no existe ninguna edición de tan plausible proyecto musical; solamente una grabación en sonido mono del referido tema central. En España seguimos siendo unos Quijotes.

Orquestador: Anton García Abril.

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Día 282: "The ghost and Mrs. Muir" de Bernard Herrmann (1947)

Compuesta entre Anna and the king of Siam y The day the Earth stood still, The ghost and Mrs. Muir (El fantasma y la Señora Muir) era la banda sonora favorita del maestro Bernard Herrmann. Como explica su biógrafo Steven C. Smith en A heart at fire's center. The film music of Bernard Herrmann, "se trata de una partitura poética, única y muy personal. Contiene la esencia de su ideología Romántica, en particular su fascinación por la muerte, el éxtasis romántico y la belleza de la soledad más melancólica".
The ghost and Mrs. Muir respira las influencias de La mer de Claude Debussy y Peter Grimes de Benjamin Britten. Temas como Prologue, Poetry, The spring sea o Forever son fiel reflejo de la pasión de un artista que siempre dio lo mejor de sí mismo, en especial en aquellas películas que recreaban la temática amorosa sin tapujos. Ejemplo de ello son scores magistrales como la ya citada Anna and the king of Siam, además de Jane Eyre, The snows of Kilimanjaro, Vertigo oTender is the night.
El filme de Joseph Leo Mankiewicz, ambientado a principios del siglo XX, está basado en la novela de R. A. Dick y resulta un largometraje que mezcla con pericia lo oscuro con lo luminoso, el amor y la muerte, en una simbiosis que parece no querer evitar lo trágico. Y Herrmann con su música potencia el lado melodramático a través de una creación cuyo carácter bucólico la ha hecho inmortal.

Orquestador: Bernard Herrmann.



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Día 281: "The sting" de Marvin Hamlisch & Scott Joplin (1973)

En 42 años de carrera dentro del mundo del cine, Marvin Hamlisch no se ha caracterizado por ser un compositor en exceso prolífico, pues sus bandas sonoras son poco más de 50. Desde The swimmer, su reluciente score inicial, hasta The informant, el músico neoyorquino se ha forjado un más que merecido prestigio, en especial en 1974 cuando recibió tres Oscar, dos por The way we were (canción y score) y uno por The sting (adaptación).
The sting (El golpe) es considerada como una de las 1oo mejores películas de la historia del cine. La cinta dirigida por George Roy Hill reunió a dos estrellas del calibre de Robert Redford y Paul Newman, pocos años después de que el brillante terceto trabajara junto en Butch Cassidy and the Sundance Kid. La partitura musical fue encargada a Hamlisch, quien se decantó por las creaciones del mítico Scott Joplin, perfecto para decorar la ambientación del filme: los años 30. Sus célebres rags cobran de nuevo vida en los arreglos de Hamlisch, quien acentúa aún más si cabe el carácter pegadizo de unas melodías que hicieron furor en su momento y que volvieron a tener un notable éxito en los 70 gracias al largometraje de Roy Hill.

Orquestador: Billy Byers.


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Día 280: "Much ado about nothing" de Patrick Doyle (1993)

Kenneth Branagh, Emma Thompson, Denzel Washington, Michael Keaton, Kate Beckinsale, Robert Sean Leonard y Keanu Reeves forman el reparto de campanillas de Much ado about nothing (Mucho ruido y pocas nueces), la festiva adaptación cinematográfica de Branagh a partir de la obra teatral de William Shakespeare. Fue la tercera colaboración con el compositor y amigo Patrick Doyle, tras Henry V y Dead again, a las que seguirían con posterioridad Frankenstein, Hamlet, Love's labour's lost, As you like it, Sleuth y la aún no estrenada Thor.
En los más de 60 minutos de música de Much ado about nothing, al menos en su edición discográfica, Doyle plasma en el pentagrama con inusitada vehemencia su amor por las melodías alegres y plenas de vitalidad. Muestra de ello son Overture, The masked bal o Benedick the married man. En ellas todo resulta centelleante en su lúcido sentido de lo luminoso.
La comedia de Shakespeare no esconde su preferencia por las situaciones comunes llevadas al límite, y para describirlas quién mejor que un compositor que conoce como pocos el arte de la escritura elegante y, a la vez, oportunamente heroica.

Orquestador: Lawrence Ashmore.


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Día 279: "Baby's day out" de Bruce Broughton (1994)

Compuesta entre la épica Tombstone y la navideña Miracle on 34th Street, Baby's day out (El peque se va de marcha -sic-), es una de las bandas sonoras más representativas de la filmografía del compositor Bruce Broughton. La película escrita por el recientemente fallecido John Hughes y dirigida por Patrick Read Johnson, es una comedia alocada pero con algunos de los momentos más divertidos de la década de los 90; de hecho, se trata de un sentido homenaje al cine cómico mudo.
Broughton elaboró un score estructurado temáticamente en tres partes: una que recreaba los momentos más jocosos, otra que se centraba en las situaciones más familiares y una tercera de clara inspiración clásica (memorable el vals a lo Strauss en la escena del edificio en construcción).
Destacan por su colorido temas como Main title, Street crosing, The construction site o Quitting time, aunque son tan sólo cuatro de un conjunto de gran coherencia que nunca decepciona.
Baby's day out aún se encuentra a la espera (Intrada no tardará en publicarlo a buen seguro) de una edición oficial que haga justicia a una obra de refrescante sinfonismo, modelo de creación orquestal cuya elegancia e intensidad deberían ser un ejemplo para todos aquellos compositores actuales más preocupados por las estridencias que por la creatividad.
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Día 278: "Suspicion" de Franz Waxman (1941)

Rebecca, Suspicion, The Paradine case y Rear window configuran (como en el comentario anterior de Strangers on a train) la colaboración entre Franz Waxman y Alfred Hitchcock. El cineasta inglés siempre, salvo excepciones, se rodeó de grandes compositores para sus filmes, y en los cuatro casos anteriores Waxman le demostró que no sólo de subrayado basado en el suspense vive el músico de cine de género.
Suspicion (Sospecha) fue la segunda película juntos y en ella el compositor polaco partió de un Main title tradicional en los años 40 que condicionaba prácticamente toda la banda sonora, pues en él se reflejaba la personalidad del score, en este caso con un cierto tono ampuloso pero cediendo el protagonismo al tema romántico tan querido por los grandes clásicos.
Al igual que en Strangers on a train, los aficionados seguimos a la espera de ver editada la banda sonora, incunable innegable de un autor que nunca cesó en su empeño por escribir scores cuya atonalidad se hermanaba con enorme sutileza con las tradicionales tonalidades armoniosas.


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Día 277: "Strangers on a train" de Dimitri Tiomkin (1951)


Shadow of a doubt, Strangers on a train, I confess y Dial M for murder son las cuatro obras maestras en las que colaboraron dos genios del séptimo arte: Dimitri Tiomkin y Alfred Hitchcock. En la segunda, Strangers on a train (Extraños en un tren) el músico ucraniano compuso una de las bandas sonoras más efectivas de la historia del cine. En ella parece dejar de lado el componente melodramático, inherente en todo filme de suspense que se precie, para centrarse en la pintura musical más próxima a los cánones del clasicismo del siglo XIX (no en vano era un autor de un país del este de Europa).
Tiomkin nunca se caracterizó por su ligereza ni por ser un artista demasiado contenido, y en Strangers on a train vuelve a dar rienda suelta a su pasión por las tonalidades enfáticas y espectaculares, que no ocultan su radiante academicismo, algo que solía ser motivo de crítica entre sus detractores.
Pese a la importancia del score, resulta incomprensible que, a día de hoy, aún no se haya editado oficialmente. Es de esperar que, con el aluvión de publicaciones clásicas, esta pieza de museo vea la luz lo antes posible. Mientras tanto, deberemos conformarnos con la excelente Suite interpretada por la Orquesta Sinfónica de Utah (1990 - Varèse Sarabande).
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Día 276: "Paperhouse" de Hans Zimmer & Stanley Myers (1988)


El músico alemán Hans Zimmer es posiblemente el compositor de bandas sonoras más importante del momento, no por la trascendencia artística de sus obras sino por su prestigio dentro de la Industria. Su carrera empezó a despuntar en 1988 con su score para la película de Chris Menges A world apart, y cuando tenía tan solo 31 años. Pero su creación más destacable de su primera etapa es Paperhouse (Casa de papel), también de 1988. Dirigido por Bernard Rose, uno de los realizadores más prometedores en su momento pero que, con posterioridad, no cumplió con las expectativas creadas, Paperhouse resulta un largometraje brillante en su visión del mundo onírico desde la perspectiva infantil.
Para recrear el universo fantástico escrito por Matthew Jacobs y basado en la novela de Catherine Storr, Zimmer, en colaboración con Stanley Myers (The deer hunter), aplicó su bien conocida pericia en el empleo de los sintetizadores para elaborar una composición refinada y muy contenida. Lo electrónico no es en este caso sinónimo de superficialidad; más bien todo lo opuesto, pues Hans Zimmer y Stanley Myers hacen galan de un carácter melódico poco usual en scores de este tipo. Así, Paperhouse acaba configurándose como una banda sonora de referencia, ejemplar además por su inventiva y coherencia.

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Día 275: "Body heat" de John Barry (1981)


Cuando Lawrence Kasdan estrenó en agosto de 1981 Body heat (Fuego en el cuerpo) era muy evidente que su película iba a provocar más de un alboroto sensacionalista debido al elevado tono erótico de algunas escenas. Consciente de la sensualidad de su propio guión, Kasdan no dudó en contar con el músico británico John Barry para describir la ambientación sofocante y tórrida del filme.
La banda sonora comienza con un Main title que se apoya en la elegancia del saxo tenor para reforzar el lado voluptuoso del argumento; en cierta manera es una presentación muy perspicaz del mismo. A continuación llegan los cortes Ned y Matty's place, que profundizan en la vertiente misteriosa mediante el empleo de una orquestación sencilla y sin estridencias. Pero Barry no renuncia con posterioridad al erotismo tan sugerido desde la presentación del personaje interpretado por Kathleen Turner. Temas como I'm burning up o Kill for pussy hacen gala de un lascivo sentido de lo musical que aún hoy en día permanece como modelo de banda sonora de género.
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Día 274: "Adventures of Don Juan" de Max Steiner (1948)

Compuesta entre Johnny Belinda y The decision of Christopher Blake, Adventures of Don Juan (El burlador de Castilla) resulta una de las bandas sonoras más emblemáticas de Max Steiner. En ella el maestro austriaco vuelve a dar rienda suelta a su pasión por las partituras ampulosas y llenas de colorido sinfónico, tan del gusto del Hollywood de la época dorada (desde los años 30 hasta principios de los 60). Para la simpática película dirigida por Vincent Sherman, que constituye uno de los últimos éxitos del aventurero Errol Flynn, Steiner recrea la España barroca del siglo XVII a través de melodías más cercanas al estilo Korngold que a la tradición peninsular, aunque siempre teniendo en cuenta la simbología de la música ibérica.
Adventures of Don Juan se abre con un Main title heroico y radiante al que le sigue toda una sucesión de temas vibrantes (Final scene) no exentos del oportuno toque sentimental (Don Juan and the queen).
En el año 2000 el sello Brigham Young publicó el score completo original (más de 70 minutos), aunque la Suite de Charles Gerhardt para su serie Classic Film Scores es la que más fresca permanece en la memoria de todo aficionado a la música de cine clásica. Dicha adaptación es la que podéis escuchar en el archivo de audio.

Orquestador: Murray Cutter.

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Día 273: "The deceivers" de John Scott (1988)

Realizador de filmes de culto como Time after time o Star Trek II, Nicholas Meyer sufrió un severo revés crítico y comercial con el estreno en 1988 de The deceivers (La secta de los falsarios). Protagonizada por un emergente Pierce Brosnan, la película es un curioso thriller religioso ambientando en la India de principios del siglo XIX.
El encargado de escribir el score no podía ser otro que el músico británico John Scott, tan familiarizado con los argumentos de época británicos más o menos históricos, como por ejemplo To the ends of the Earth, Greystoke, The shooting party o Mountbatten. En esta última banda sonora, también de decoración hindú, Scott ya reflejaba su particular estilo academicista en el que la influencia del maestro Edward Elgar se respiraba en los momentos de tono regio. En el caso de The deceivers deja de lado en parte lo pomposo para regalarnos una partitura abiertamente dramática que se sustenta en un brillante Main title, elegante y sobriamente intenso, que da paso a una sucesión temática quizás no a la altura de su precedente, pero sí muy comprometida con las desventuras del tribulado protagonista principal, William Savage.

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Día 272: "The snows of Kilimanjaro" de Bernard Herrmann (1952)

Situado entre Five fingers y White witch doctor, el score de Bernard Herrmann para The snows of Kilimanjaro (Las nieves del Kilimanjaro) es considerado como el más lírico del músico neoyorquino tras Vertigo. A pesar de que se encontraba ante el compromiso de sacar adelante un proyecto tan fallido como la película de Henry King, Herrmann dio lo mejor de sí mismo a la hora de describir las peripecias del arrogante y mujeriego escritor Harry Street, una especie de alter ego del autor original de la novela, Ernest Hemingway.
Sin embargo, para Herrmann The snows of Kilimanjaro constituía en su momento un largometraje sensible que, según sus propias palabras, le permitió escribir una partitura de profunda nostalgia (el prólogo muestra al protagonista gravemente enfermo en África recordando lo que fue su azarosa existencia), en la que la naturaleza jugaba un importante papel.
Estemos o no de acuerdo con su percepción del filme, lo que resulta indudable es la calidad de una obra musical de arrebatado romanticismo (temas como Nocturne o Memory waltz dan fe de ello), que esconde un profundo sentido de la presencia bucólica de la muerte.

Orquestador: Bernard Herrmann.


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Día 271: "The red violin" de John Corigliano (1998)

Tres bandas sonoras conforman la filmografía del compositor neoyorquino John Corigliano: Altered states, Revolution y The red violin. Las tres películas tienen en común su condición de rarezas muy cercanas al concepto de obras de culto.
The red violin (El violín rojo), realizada por el cineasta canadiense François Girard, narra la historia de un violín desde su creación en el siglo XVII hasta nuestros días, su evolución en relación a sus diversos dueños en diferentes países. Se trata de un apasionante viaje a través del tiempo y las culturas que se beneficia de la solvencia de Corigliano como autor clásico.
El score se estructura a partir de las ciudades que acogieron al violín: Cremona, Viena, Oxford, Shangai y Montreal. Desde esta perspectiva, The red violin se convierte en una partitura dependiente de lo geográfico, pero sorteando las obviedades más o menos folclóricas.
John Corigliano no es un autor previsible (quizás tan solo en su rendición ante el protagonismo de un instrumento) y con su tercera banda sonora consigue brindarnos una pieza orquestal de incontestable clasicismo, cuya vida fuera de la pantalla se ha traducido con el tiempo en innumerables representaciones de su Chaconne for violin and orchestra a lo largo de las salas de concierto de todo el mundo.

Orquestador: John Corigliano.


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Día 270: "Lucía y el sexo" de Alberto Iglesias (2001)

Desde 1980 con el cortometraje de Montxo Armendáriz Paisaje hasta 2009 con Los abrazos rotos, el músico guipuzcoano Alberto Iglesias ha escrito cerca de 50 bandas sonoras, 8 de las cuales han sido galardonadas con un Goya (ver lista de todos sus premios en imdb.com). Es por ello que puede ser considerado el más destacable compositor español cinematográfico.
En 2001 fue contratado por el cineasta Julio Médem para escribir la partitura de una de las películas más singulares del reciente cine ibérico: Lucía y el sexo. La historia de una joven camarera, interpretada por una sensual Paz Vega, quien, tras la pérdida de su novio, recuerda su vida de pareja desde los contrastes de las relaciones sentimentales, es dibujada musicalmente por Iglesias mediante una melodía central que toma la forma de un sugerente y voluptuoso vals. A partir de dicho tema la banda sonora se convierte en una especie de variaciones tonales relativamente ingenuas, pero cuya sencillez no es más que una manera de mostrar con matices frágiles un universo en el que el amor pasional se funde con las notas del pentagrama.


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Día 269: "Land of the pharaohs" de Dimitri Tiomkin (1955)

De las más de cien bandas sonoras escritas por Dimitri Tiomkin, Land of the pharaohs (Tierra de faraones), situada entre las intrascendentes Strange lady in town y The court-martial of Billy Mitchell, resulta una pieza sinfónica de primer orden. Su espectacularidad, acrecentada por la labor de seis orquestadores, se sitúa a la par de las imágenes del filme dirigido con singular brío por Howard Hawks, realizador con el que colaboraría en largometrajes como Red River, The thing from another world, The big sky o Río Bravo.
Land of the pharaohs se abre con un Main title que desarrolla la temática principal cuyo sobrecogedor sentido de lo épico lo convierte en una especie de obertura operística. La historia del ególatra faraón Khu-fu, obesionado con enriquecerse a toda costa de cara a su "segunda vida", es representada por Tiomkin mediante unas tonalidades muy cercanas a un mundo en el que sólo prima la ambición, la codicia y la búsqueda de grandeza. Cortes como Fighting the bull, Hymn to the hero o Sealing the tomb no hacen más que mostrar el carácter heroico de un score en el que brillan con luz propia todos los instrumentos de la orquesta, en una demostración de la eficiencia de un compositor casi siempre centrado en obras excelsas y alejadas de lo sutil.

Orquestadores: Lucien Cailliet, Manuel Emanuel, Paul Marquardt, George Parrish, Leonid Raab & Herbert Taylor.


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Día 268: "Goldfinger" de John Barry (1964)

Desde que John Barry abandonó la serie James Bond en 1987 con The living daylights, las bandas sonoras posteriores firmadas por Michael Kamen, Éric Serra y David Arnold no han conseguido emular el peculiar estilo del autor británico en el que priman los ritmos de influencia jazzística en perfecta concordia con el más puro sinfonismo.
Goldfinger (007 contra Goldfinger) fue la segunda partitura de Barry para la serie tras From Russia with love (aunque en Dr. No intervino pero sin ser acreditada su participación). En aquellos momentos empezaba a ser reconocido como uno de los compositores con más futuro, en especial tras su score para Zulu. El tiempo no ha hecho más que confirmar la magia de un artista que ha provocado más de un sentimiento encontrado entre los críticos y los aficionados, pero que, polémicas aparte, resulta una figura sin igual gracias a su estilo natural y emotivamente refinado. En Goldfinger combinó a la perfección las melodías de fina sensualidad con aquellas más próximas a la moda de la década de los 60 en la que imperaban las tonalidades cercanas al free jazz, sin olvidar una orquestación que daba prioridad a los instrumentos de metal en los momentos (no pocos) de acción desmedida.
Un aspecto que siempre ha destacado en todos los scores de John Barry para los largometrajes protagonizados por el ínclito agente especial, es la inclusión en los míticos títulos de crédito iniciales de la oportuna canción que servía de comercial presentación a la historia tras el prólogo. Sin embargo, y pese a la calidad de todas, nunca fue nominado por las mismas para los Oscar. Caprichos de la Academia.




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Día 267: "Dead ringers" de Howard Shore (1988)

Desde The brood en 1979 hasta Eastern promises en 2007, los canadienses Howard Shore y David Cronenberg han mantenido una de las relaciones artísticas más fluidas e inspiradores del séptimo arte. Tan solo The dead zone (1983), en la que Michael Kamen compuso el score, supuso una breve ruptura en dicha cooperación.
La singularidad de Cronenberg radica en su estilo alejado de todo academicismo, potenciando el lado más perturbador de las relaciones humanas, bien desde lo fantástico, bien desde lo realista. Y no cabe duda de que el mejor músico para penetrar en un universo lleno de claroscuros es su compatriota Howard Shore.
En Dead ringers (Inseparables), Shore compone una partitura que evita la ampulosidad de la anterior The fly para centrarse en unos ritmos mucho más pausados que parecen buscar los recovecos más recónditos de la psicología de los dos hermanos protagonistas. El argumento de la película, tenebroso y de una sutilidad a prueba de superficialidades, permite al artista canadiense subrayar el componente interior del ser humano mediante melodías alejadas de lo retórico, en las que la fragilidad se respira en cada instante. Es de destacar el tema Finale, uno de los más bellos y delicados de toda la filmografía de Howard Shore.

Orquestador: Homer Denison.


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Día 266: "The magnificent seven" de Elmer Bernstein (1960)

The magnificent seven (Los siete magníficos) es la quintaesencia del western desde el punto de vista musical, junto a obras maestras como The big country (Jerome Moross), Red River (Dimitri Tiomkin), Silverado (Bruce Broughton) o Per qualche dollaro in più (Ennio Morricone).
El compositor neoyorquino Elmer Bernstein, que por 1960 empezaba a ser considerado un autor de referencia pese a su juventud tras obras como The Ten Commandments o The buccaneer, era un músico de formación clásica. De hecho fue discípulo del gran Aaron Copland, el impulsor del estilo "americana" en Estados Unidos. Para The magnificent seven creó un inmortal tema central, referente indudable del cine del oeste desde entonces, cuya intensidad rítmica resulta del todo contagiosa. Pero el score no se ciñe en exclusiva a un único tema, por muy carismático que sea, sino que a continuación Bernstein despliega todo su armamento melódico en una sucesión de cortes que se ajustan como guantes simbólicos a un argumento y a unos personajes realmente pintorescos y llamativos.
La película de John Sturges está basada en Los siete samuráis (Shichinin no samurai) de Akira Kurosawa, quien ya firmaba un largometraje con aires cercanos al western. Hoy en día es considerada como el último gran filme del género, al menos desde su perspectiva más clásica, y Elmer Bernstein no dudó ni siquiera un instante en plasmar en el pentagrama dicho academicismo, pleno de colorido e impetuosidad, y que se vio reforzado en una continuación, Return of the seven, aún más enérgica en su espíritu adaptador.

Orquestadores: Leo Shuken y Jack Hayes (no acreditados).

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Día 265: "Grand Canyon" de James Newton Howard (1991)

En contadas ocasiones dos temas marcan con tanta notoriedad a una banda sonora. En Grand Canyon (Gran Cañón), Main titles y Grand Canyon Fanfare protagonizan una obra que mezcla con la habitual pericia de James Newton Howard la música de influencia electrónica con la orquestal. Pero en Grand Canyon lo electrónico no se rinde, como en tantas otras ocasiones en scores más pendientes de los fuegos artificiales que de lo pragmático, a lo superficial de un estilo que suele traicionar los valores del arte musical.
La película de Lawrence Kasdan nos ofrece una visión diferente de la vida cotidiana en la ciudad de Los Ángeles, con sus luces y sus sombras, y el compositor oriundo de la interminable urbe californiana parece disfrutar con el dibujo detallado de los atribulados personajes, y en especial de unos sentimientos más próximos a la esperanza por una realidad mejor.
La imponente fanfarria final, homenaje a esa obra maestra de Ferde Groffé titulada Suite del Gran Cañón, es una breve pieza sinfónica que resalta la monumentalidad de un paisaje símbolo de los Estados Unidos.

Orquestadores: Chris Boardman, Brad Dechter & James N. Howard (no acreditado).





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Día 264: "Harry and the Hendersons" de Bruce Broughton (1987)

De manera incomprensible la carrera de un magnífico artista como Bruce Broughton ha sufrido en los últimos años un importante decaimiento. Muestra de ello son sus scores para producciones de segundo orden como las televisivas Jeremiah, The locket o Warm Springs, o las cinematográficas Last flight out y Bambi II. Sin embargo, desde el fracaso comercial de Lost in space en 1998 Broughton ha visto cómo desde Hollywood su prestigio ha caído en el olvido. Un ejemplo más de la ceguera de unos productores más atentos a las creaciones atropelladas que a los músicos con talento y capacidad camaleónica a prueba de toda duda.
En 1987 escribió el score de un largometraje que, con la perspectiva del tiempo, resulta un filme de corte familiar en exceso pueril: Harry and the Hendersons (Bigfoot y los Henderson). Broughton parte de un Main title que simula una obertura clásica de Mozart para desarrollar con posterioridad otros temas más cercanos a su visión de la música de cine, en la que priman las tonalidades que juegan con lo dramático y lo festivo. Cortes como Harry in the house o Goodbyes acentúan un estilo sinfónico cercano a la tradición académica cuyo perspicaz sentido de lo episódico no elude la firmeza de la temática principal.

Orquestadores: Chris Boardman (no acreditado) y Mark McKenzie.


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